Los nutrientes estrella para el desarrollo cerebral de tu hijo

El cerebro de los niños se encuentra en pleno desarrollo. La alimentación adecuada en esta etapa es fundamental porque la composición de sus neuronas dependerá directamente de los nutrientes de su dieta.

Ácidos grasos Omega 3

Son ácidos grasos esenciales que cumplen importantes funciones en el organismo. El 15% del cerebro y el 22% de la retina están formados por ácidos Omega 3 DHA, que juegan un importante papel en el desarrollo neurológico y visual.

– Cerebro: respecto al desarrollo neurológico, se sabe que los niños con niveles adecuados de Omega 3 DHA tienen mejores resultados en parámetros relacionados con la memoria, velocidad lectora y comprensión lectora. También se ha estudiado la relación de los ácidos grasos Omega 3 DHA con problemas como el déficit de atención y la hiperactividad, en los que se constataron valores bajos de DHA en la sangre.

– Retina: influye en el desarrollo de las células presentes en la retina, por lo que tiene un papel muy importante en el desarrollo de la agudeza visual.

– Pulmón: reducen la respuesta de los asmáticos ante estímulos alergénicos y mejoran la sintomatología de los niños con asma bronquial. Su consumo está asociado a una reducción de la prevalencia de asma.

– Otros órganos: intervienen también en la regulación de los procesos inflamatorios, reduciendo la inflamación.

¿Dónde encontrarlos?

Los ácidos grasos Omega 3 se encuentran sobre todo en el pescado azul y en algunos alimentos enriquecidos, como la leche enriquecida con Omega 3.

Hierro

El hierro es un mineral imprescindible para el correcto funcionamiento del organismo que participa en la formación de las células sanguíneas y el desarrollo del sistema nervioso central, entre otras funciones.

– Cerebro: el máximo crecimiento del cerebro se produce desde el último trimestre del embarazo hasta los dos años de edad, momento en que el tamaño del cerebro es ya del 80% y a los 5 años del 90%, alcanzando su tamaño máximo hacia los 20 años. El hierro forma parte de la hemoglobina, que es la encargada del transporte del oxigeno a los tejidos. Si falta el oxigeno en las células de los tejidos, estos no se desarrollan como debieran y esto es especialmente crítico en células tan especializadas como son las neuronas del sistema nervioso. Por ello el hierro juega un papel fundamental en desarrollo cognitivo. Si falta hierro, el niño crecerá con más lentitud y tendrá síntomas como cansancio, apatía, desconcentración, dificultades en el aprendizaje y en la relación con los demás. Estará más irritable y menos receptivo.

– Sangre: el hierro es necesario para la producción de elementos de la sangre como la hemoglobina, que transporta el oxígeno en nuestro organismo. También es imprescindible para la formación de la mioglobina y algunas enzimas. Participa en la respiración celular al formar parte de diversas enzimas llamadas citocromos. Su carencia provoca anemia ferropénica.

– Músculos: si hay menos hierro en músculo, habrá menos miohemoglobina y menor capacidad para la actividad muscular; por ello, el hierro es necesario para la gran actividad física que desarrollan los niños cada día.

¿Dónde encontrarlo?

El hierro lo obtenemos de carnes (sobre todo las rojas), morcilla, hígado, riñón, mejillones, foie gras o yema de huevo, pero también de alimentos de origen vegetal como germen de trigo y legumbres, frutos secos, excepto castañas, cereales, etc. Aunque está presente en muchos alimentos, sólo se aprovecha un 10% del hierro contenido en los mismos.

El hierro de los alimentos de origen animal se aprovecha mejor que el de los vegetales.

Algunos nutrientes presentes en la dieta pueden favorecer o impedir su asimilación. Por ejemplo, la vitamina C (fresas, naranja, brócoli, pimientos, patatas, tomate, etc.) favorece su asimilación, mientras que sustancias como la fibra vegetal dificultan su correcto aprovechamiento por el organismo, debido a la presencia de unas sustancias llamadas taninos.