Corregir los malos hábitos en los niños

Malos hábitos en los niños

Dª. Trinidad Aparicio Pérez, Psicóloga, Especialista en Infancia y Adolescencia.

Los niños acostumbran a desarrollar una serie de malos hábitos y manías que en ocasiones continúan hasta la edad adulta. Estos hábitos son de muy diversa índole, a veces son manifestaciones de un estado de estrés o ansiedad, como el caso del niño que se muerde las uñas, otras veces denota una educación inadecuada, como el niño que dice palabrotas, y a veces pueden ser manifestaciones de otros problemas: de tipo físico o de inseguridad.

Es necesario corregir los malos hábitos de manera positiva y didáctica

La mayoría de estos hábitos o manías desaparecen con el tiempo, pero otros persisten y llegan a ser un verdadero problema. Por un lado, porque se pueden transformar en un comportamiento obsesivo e influir en las relaciones sociales del pequeño, y por otro lado, porque estos malos hábitos pueden ser la manifestación de algún problema físico o psicológico. Por ello, los padres deben observar cuándo sus hijos realizan repetidas veces malos hábitos como chuparse el dedo, hurgarse la nariz, morderse las uñas o enrollarse el pelo, indagar porqué se producen estos hábitos e intentar darles una solución temprana, antes de que estas manías se conviertan en crónicas.

Los niños actúan frecuentemente por imitación: imitan a sus padres y a los demás adultos. Éste es con frecuencia el entorno que crea los malos hábitos, como es el caso de los niños que dicen palabrotas constantemente.

Malos hábitos en los niños que se pueden corregir

La mayoría de los malos hábitos en los niños se pueden corregir. Para ello, es muy importante ser constantes y saber explicar con claridad a nuestro hijo como queremos que se comporte. Así, por ejemplo, decirle claramente que no nos gusta que diga palabrotas o explicarle que meterse el dedo en la nariz no está bien y que, además, es un acto de mala educación y le puede hacer daño.

No debemos ignorar estos comportamientos en los niños, ya que, aunque muchos desaparecen con el paso del tiempo, hay algunos de estos hábitos que arraigan en la persona y continúan en la edad adulta. No obstante, no debemos dramatizar. Regañarles en exceso o castigarles por estos actos es casi siempre contraproducente, los niños suelen tomar una actitud defensiva y, en la mayoría de las ocasiones, estas manías aumentarán y se repetirán constantemente cuando los padres no estén presentes.

Lo ideal es corregirles de una manera positiva y didáctica, explicándoles lo inconveniente de estos hábitos y animándoles y recompensándoles cuando muestren una mejoría en su comportamiento.

Los malos hábitos más comunes

Chuparse el dedo. Es un reflejo primario muy corriente en los niños de corta edad. Los niños lo hacen porque les relaja y les resulta placentero. Cuando este hábito se perpetúa en el tiempo, puede llegar a ser perjudicial por las burlas de los compañeros, que vuelven al niño más tímido y retraído, y también por la aparición de problemas dentales. Para quitar esta costumbre, podemos sustituirla los primeros días por hábitos menos dañinos como dejar que el niño duerma con algún juguete o muñeco.

Morderse las uñas. Esta manía expresa a menudo un estado de nerviosismo o ansiedad. En algunos casos pueden llegar a estropearse gravemente las uñas y a hacerse sangre. Este mal hábito se perpetúa hasta la edad adulta en muchas ocasiones, especialmente en los varones. Poner en los dedos alguna sustancia que tenga un sabor amargo o desagradable para el niño puede servir para que comience a abandonar este hábito, pero es imprescindible que el niño esté de acuerdo con ello.

Hurgarse la nariz. Esta costumbre no es exclusiva de los niños, muchos mayores también lo hacen, la diferencia es que los niños pequeños lo hacen en público sin ningún rubor. Hurgarse frecuentemente la nariz, además de no ser precisamente muy estético, puede producir hemorragias nasales. Es conveniente explicar al niño lo inconveniente de esta costumbre y enseñarle a utilizar el pañuelo.

Decir palabrotas. Esta mala costumbre la suelen desarrollar los niños por imitación. Debemos, ante todo, evitar estas palabras en su presencia y mostrar firmeza y desagrado cuando las utilicen.

 

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