Cómo se integran los niños con síndrome de Down en la sociedad

La integración social de los niños con síndrome de Down

Dª. Trinidad Aparicio Pérez, Psicóloga, Especialista en Infancia y Adolescencia.

La integración social es fundamental para que los niños con síndrome de Down tengan una vida más plena y satisfactoria. Como cualquier otra persona, estos niños deben tener la oportunidad de aprender y enriquecerse de lo que la sociedad y su entorno le ofrecen.

Uno de los objetivos que debe seguir la educación de los niños con síndrome de Down es la autonomía

El colegio es el lugar donde se inicia más ampliamente la integración: allí estudian con niños que no padecen el síndrome de Down, comparten las mismas aulas, juegan juntos, participan de las mismas actividades extraescolares... Es donde aprenden a socializarse y a relacionarse.

Probablemente, necesiten clases de apoyo o refuerzo para seguir el ritmo normal de la clase. Por ello, es importante que los padres estén en continuo contacto con los profesores para valorar las necesidades de su hijo en el colegio, orientarse mutuamente y prestarles la debida atención y ayuda.

La integración en el colegio de niñños con síndrome de Down

La integración en el colegio supone un gran beneficio para el niño con síndrome de Down, para los demás niños y para los profesores. Es un derecho del niño acudir a una escuela común donde pueda ser uno más, identificarse con los demás y sentir que pertenece a un grupo de amigos. La integración escolar le reporta al niño con síndrome de Down una buena dosis de autoestima y confianza en sí mismo y a los compañeros les enseña a convivir y respetar a estos niños, los hace más solidarios y, en definitiva, les hace crecer como personas.

Síndrome de Down en el sistema educativo

Nuestro sistema educativo y, por tanto, el colegio deben crear y facilitar las condiciones necesarias para que el niño pueda recibir la ayuda necesaria y tener las mismas oportunidades que los demás niños. El colegio tiene que estar preparado para atender a los niños que necesiten atención especializada para poder cumplimentar sus estudios. En este sentido, no nos estamos refiriendo sólo a las necesidades especiales de los niños con síndrome de Down, sino a todos los niños que por cualquier motivo tienen especiales dificultades para aprender. Estas necesidades pueden ser intelectuales, déficit de atención, físicas, lingüísticas...

Los niños con síndrome de Down tienen los mismos sentimientos que cualquier otro niño: cuando alguien se mete con ellos porque tienen un aspecto físico diferente y se burlan, son conscientes de ello y se sienten heridos; desean ser aceptados, sentirse como otro niño más y tener amigos; desean hacer todo lo que hacen los demás niños, jugar, ir al colegio, ser invitado a los cumpleaños...

Lo que más anhelan es sentirse como los demás niños, ir al colegio y realizar las mismas actividades que otros niños. Cuando forman parten de un grupo de amigos, aprenden a decidir por sí solos y empiezan a separarse poco a poco de la familia.

La importancia de la autonomía de un niño con síndrome de Down

Uno de los objetivos que debe seguir la educación de estos niños es el de conseguir un grado de autonomía suficiente para que puedan valerse por sí mismos en la sociedad. Desde los primeros años de su vida en el seno familiar se tienen que empezar a dar los pasos para desarrollar esa autonomía. Se les irá enseñando a vestirse, comer o ir a hacer recados por sí solos. Esta autonomía reafirmará la imagen que estos niños tienen sobre sí mismos.

La autonomía favorece la integración de estas personas en la sociedad y se logra a través del aprendizaje. Por eso, desde muy pequeños y dentro del seno familiar, debemos estimularles constantemente para que aprendan todo lo que podamos enseñarles. Los avances médicos y pedagógicos han logrado que los niños con síndrome de Down lleguen a la edad adulta con unas habilidades y un grado de autonomía e integración social que eran impensables hace años.

Cuando se hacen mayores, muchos de ellos encuentran trabajo. Bien ayudando en una oficina u organismos públicos o en un restaurante, suelen desempeñar un gran trabajo, ya que lo realizan con mucha entrega y voluntad. El trabajo les reporta mucha seguridad y satisfacción y les permite sentirse más independientes. Muchos de ellos, cuando son adultos, pueden llevar una vida independiente y otros seguirán viviendo con sus padres, pero serán capaces de realizar algún trabajo. En definitiva, se trata de que tengan una vida lo más normalizada posible y las mismas oportunidades que cualquier otra persona.

Para tener una vida lo más autónoma posible, es fundamental que en la infancia y adolescencia les hayan facilitado al máximo el aprendizaje, dándoles oportunidades de aprender y relacionarse. 

 

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