El mediano de la casa
¿Qué papel juega entonces el hijo mediano dentro de la familia? El primogénito de la familia suele tener una consideración especial por ser el mayor, esto le otorga una serie de privilegios aunque también cierta responsabilidad. Por otro lado, los padres se vuelcan con los benjamines de la casa dándoles mimos y, en ocasiones, sobreprotegiéndolos en exceso.
Este sentimiento depende de muchas circunstancias: en familias de más de tres hijos, donde hay más de un mediano, este sentimiento se diluye bastante. Por otro lado, el sexo de los hijos es también determinante: si el mediano es de distinto sexo que los otros dos, por ejemplo, una chica entre dos chicos, este sentimiento tampoco se producirá, ya que esta peculiaridad le otorga por sí sola un rol importante dentro de la familia.
El hijo mediano, buscando su rol en la familia
Al mayor, por el hecho de ser el primero, se le presta desde que nace una atención especial y el pequeño suele ser el objetivo de los mimos de padres y demás familiares. Es por ello que los hijos medianos pueden sentirse como los grandes olvidados. Esto crea en muchas ocasiones un permanente sentimiento de injusticia hacia su persona que puede producir cierto resentimiento, creen que los mayores gozan de privilegios que ellos no tienen y que a los pequeños se les permiten cosas que a ellos no se las aceptarían.
Ante este sentimiento, los niños suelen reaccionar de dos formas:
– Intentan llamar la atención y se vuelven rebeldes como reacción a la injusticia que creen sufrir.
– Ese sentimiento de postergación puede afectar a su autoestima, volviéndolos niños inseguros y retraídos.
– Es frecuente que busquen fuera del núcleo familiar, en el grupo de amigos, esa atención que demandan, por lo que a menudo son los más independientes de la familia.
Algunos psicólogos han llegado a hablar del síndrome del hijo del medio. La palabra síndrome parece excesiva en este caso, pero sí podemos hablar de una tendencia y ciertos comportamientos similares en muchos niños en los que se dan estas circunstancias.
Pero la posición del hijo mediano puede ser ventajosa a veces. A diferencia del hermano mayor, los padres ya tienen experiencia en su educación y se muestran menos tensos. Los padres muy exigentes vuelcan la mayor parte de sus expectativas con el mayor, creándoles a veces un excesivo estrés; por otra parte, especialmente en algunas familias demasiado protectoras, el pequeño puede estar demasiado sobreprotegido, lo cual no es positivo para enfrentarse a la vida de adulto. En este sentido, el mediano es quien goza de mayor libertad para formar su propia personalidad.
Cómo deben actuar los padres ante la actitud del hijo mediano
El hecho de que los hijos medianos tengan o no la sensación de ser los grandes olvidados de la familia depende de la actitud que tomen los padres. Lo que realmente influye en el carácter y personalidad de los niños no es el lugar que ocupan en el número de hermanos, sino el modo en que el niño es educado y atendido en el seno de la familia.
Lo primero que han de tener en cuenta los padres es que el hijo mediano ha sido durante algún tiempo el pequeño, disfrutando de los privilegios que eso supone. De golpe y porrazo, la llegada de un bebé cambia la estructura familiar y el niño se debe amoldar a su nueva situación, lo cual no siempre le resulta fácil.
Los padres tienen con cada hijo una relación diferente, lo cual es normal porque cada hijo es una persona distinta con sus gustos y su manera de ser particular, pero esto lo deben compaginar con ser justos y equitativos con todos ellos y que ninguno de ellos tenga la sensación de que está menos atendido que los otros.
Si los padres tienen el trato y la actitud adecuada con cada uno de sus hijos, todos se sentirán valorados e integrados en la familia. Algunas de las cosas que deben hacer los padres para que todos sus hijos se encuentren felices dentro de su familia son:
– Reconocer el esfuerzo y felicitar al niño cuando haga las cosas bien. Esto hará que nuestro hijo se sienta valorado. Es una de las maneras más eficaces de evitar que el niño se porte mal para llamar la atención.
– Dedicar a cada hijo en particular parte de nuestro tiempo, hablar con él, interesarnos por sus aficiones, etc. El niño debe notar que le prestamos atención y que nos preocupamos por él.
– No debemos establecer comparaciones con sus hermanos ni con otros niños. Por ejemplo, si les tenemos que regañar por que han sacado malas notas, nunca debemos hacerlo comparando sus notas con las de los hermanos. Con esto, lo único que lograremos será generar resentimiento en el niño.
– A la hora de establecer premios y castigos, hemos de ser lo más equitativos posibles, siempre teniendo en cuenta la edad del niño.
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