Las aficiones deben lograr un equilibrio entre obligación, diversión y descanso

Cómo fomentar las aficiones en nuestros hijos

Dª. Trinidad Aparicio Pérez, Psicóloga, Especialista en Infancia y Adolescencia.

Avanzamos hacia una sociedad donde el ocio representa una parte determinante en nuestras vidas. Constituye un escape y un necesario contrapunto al estrés y tensión de la vida laboral en los adultos y de la vida escolar en los niños. Veamos cómo podemos encauzar el tiempo de ocio de nuestros hijos en aficiones que sean un complemento de su desarrollo y educación.

Hay numerosas actividades que nuestros hijos pueden practicar en su tiempo libre y que sirven de complemento de su vida escolar. Es fundamental permitir que sea el niño el que decida la actividad que quiere realizar. No debemos en ningún caso apuntar a nuestro hijo a alguna actividad extraescolar porque a nosotros nos guste si el niño no muestra ilusión por ella.

Cuando veamos que tiene cierta predisposición a alguna afición que nos agrade podemos facilitársela. En el caso de que quiera practicar algún deporte, inscribiéndolo en algún equipo o club deportivo; si le gusta la música o pintura, enterándonos de las escuelas, conservatorios o talleres que hay en nuestra ciudad, etc.

Si observamos que nuestro hijo deja de disfrutar con estas actividades debemos permitir que pueda abandonarlas o que elija otra ocupación, sin provocar en él en ningún caso una sensación de fracaso. No obstante, cuando un niño decide apuntarse a alguna actividad extraescolar o cambiar a otra, debemos cerciorarnos que se debe a un deseo o una tendencia firme y no a un capricho o una moda del momento.

La característica principal de una afición es su carácter lúdico. El niño debe disfrutar realizando estas actividades, por ello nosotros debemos contribuir descargando al niño de responsabilidad y no fomentando una búsqueda de la perfección en las actividades que realice. No se trata de que nuestro hijo sea el mejor de su equipo de fútbol o baloncesto ni que haga unas manualidades perfectas, el objetivo prioritario es que disfrute con estas actividades.

 

Cómo influir en sus aficiones

Las aficiones o hobbies las podemos definir como ocupaciones elegidas libremente y que aportan una satisfacción al que las practica. Están relacionadas con las características de cada niño, ya que cada uno tiene una personalidad con sus habilidades y preferencias.

Las aficiones se deben a dos tipos de factores, unos endógenos, propios de la personalidad del individuo, y otros exógenos, derivados del contacto con otras personas. Por lo tanto, podemos influir en nuestros hijos fomentando aficiones que les enriquezcan como la lectura, la música, etc.; las aficiones se cultivan y se educan. Normalmente si el niño crece en un ambiente de cierto nivel cultural, será más fácil que se aficione a actividades relacionadas con el arte, la música o la lectura.

Hay que tener en cuenta que las auténticas aficiones no se pueden imponer, pero sí es importante motivar y ayudar a fortalecerlas especialmente en los primeros años. Posteriormente, si la experiencia es positiva, las aficiones se convierten en algo sólido y muy beneficioso para el que las practica.

Podemos compartir con nuestros hijos nuestras propias aficiones. Si nos gusta leer, comentándoles libros que leímos de jóvenes y que nos apasionaron y animándoles a que los lean; si nos gusta algún deporte, practicándolo con ellos; pero no podemos pretender que forzosamente les vaya a gustar lo mismo que a nosotros.

 

Efectos beneficiosos

La práctica de alguna afición o hobby tiene un efecto terapéutico, ya que les permite evadirse de sus obligaciones escolares haciendo algo que realmente les gusta. Supone un perfecto antídoto para el estrés y fatiga que les puede ocasionar el estudio o la vida escolar. Tienen también un efecto educativo, ya que son un medio de formación intelectual y social. Aumentan la capacidad creativa en los niños y el desarrollo de nuevas habilidades. A través de ellas podemos tener un mejor conocimiento de nuestros hijos y nos facilita que podamos descubrir sus posibles inclinaciones profesionales.

En el caso particular de los deportes, especialmente en los deportes de equipo, vemos una serie de beneficios de tipo educativo que hacen muy recomendable su práctica desde edades muy tempranas. Algunos de los efectos beneficiosos del deporte son los siguientes:

– Estimula el afán de superación personal.

– En muchas ocasiones se ejercita el espíritu de sacrificio.

– Se aprende a respetar unas reglas de juego.

– Se aprende a trabajar en equipo y se fomenta el compañerismo.

No obstante, hay que impedir que los hobbies y aficiones absorban al niño de tal manera que le reste tiempo de estudio o descanso. Es fundamental lograr un equilibrio entre obligación, diversión y descanso.

 

 

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