Dispraxia o dificultad para la coordinación

Dispraxia o dificultad para la coordinación

Dª. Trinidad Aparicio Pérez, Psicóloga, Especialista en Infancia y Adolescencia.

En ocasiones, padres y educadores observan como algunos niños presentan cierta torpeza y lentitud a la hora de ejecutar movimientos coordinados: hablar, recortar con unas tijeras, abotonarse, levantar un dedo, etc. A veces no se les presta atención porque se piensa que con la edad se corregirán y, en la mayoría de los casos es cierto, pero también es verdad que en otros se trata de niños que sufren "dispraxia".

Es importante trabajar las habilidades que ya poseen e intentar potenciarlas al máximo
 

¿Qué es la dispraxia?

La dispraxia son muchas las actividades que realizamos de manera inconsciente: hablar por teléfono, abrir una puerta, lavarnos las manos, cepillarnos los dientes, hablar, expresar, comunicar, etc. Las personas con problemas de dispraxia tienen muchas dificultades para llevarlas a término. Se trata de una dificultad o incapacidad a la hora de terminar movimientos que exigen cierta coordinación, por ejemplo, algunas personas tienen dificultades a la hora de atarse los cordones, abotonarse el abrigo, cortar la carne, otras no son capaces de ordenar tacos de madera de diferente color, etc.

En el caso de las personas que tienen dispraxia verbal, tienen afectada el área del habla. En estos casos, saben lo que quieren decir pero son incapaces de controlar los músculos que necesitan para hacerlo. El problema afecta tanto a la producción de sonidos como a la secuencialización de los mismos. Así, por ejemplo, cuando desea decir una frase, dar una respuesta o hacer una pregunta, emite otra distinta. Se cometen errores que no se pueden controlar. Es muy importante saber que quien sufre este problema, lo entiende todo, que su problema únicamente está a la hora de expresarse. Sabe lo que quiere decir pero se enreda y esto le produce una gran frustración.

Pueden presentarse conjuntamente con otros trastornos del desarrollo como trastornos del aprendizaje, trastornos del habla, hiperactividad, etc. La mayoría de las personas con dispraxia tienen una inteligencia normal. Diversas investigaciones apuntan a que un 10% de la población puede tener este problema.

 

Causas de la dispraxia

Parece que no hay unas causas de la dispraxia que estén totalmente establecidas, aunque la mayoría de las investigaciones apuntan a una inmadurez en el desarrollo de las neuronas. También hay expertos que indican que puede ser debido a una lesión cerebral.

Se ha podido comprobar la influencia que han podido ejercer algunos padres, familiares y educadores a la hora de agravar el problema. Muchas veces, por desconocimiento, los padres que tienen hijos con este problema piensan que su hijo no comprende lo que se le dice y por ello tienden a hablar menos con él o ella y les explican o preguntan menos cosas. Esto hace que al niño se le esté privando de estímulos que podrían estar contribuyendo a su desarrollo y mejoría.

 

¿Qué hacer ante causa de dispraxia?

Es importante una identificación precoz del problema porque cuanto antes se identifique antes se podrá intervenir para minimizar los síntomas.

Es importante que los padres adquieran la formación necesaria para comprender y ayudar a un hijo con este tipo de problemas. Son los primeros responsables a la hora de estimularlos y enseñarles habilidades.

Es conveniente que desde que los niños son pequeños aprendan estrategias para enfrentase a las dificultades con las que se van a encontrar con más frecuencia. Para ello se les debe entrenar en habilidades de la vida diaria y realizar una terapia que les ayude a desarrollar las tareas que resulten más difíciles.

Aplicar técnicas de mejora de la autoestima les ayuda a aceptar su situación y a valorar aquellos aspectos de sí mismos que no habían apreciado. Por ello es muy importante trabajar las habilidades que ya poseen e intentar potenciarlas al máximo. Los pensamientos derrotistas llevan a emociones negativas, depresión etc. Es importante aprender a identificar los pensamientos negativos que producen esas emociones e intentar sustituirlos por otros.

Cuando la dispraxia afecta a la coordinación y equilibrio, les puede ayudar aprender a tocar un instrumento, realizar actividades como cortar con tijeras, subir y bajar escaleras, jugar con plastilina, escribir, pintar, etc. Cuando la dispraxia afecta al habla, conviene realizar un entrenamiento logopédico: ejercicios con la lengua como moverla hacia arriba y hacia abajo, tocar la punta de la nariz con ella, tocar los dientes, las encías; ejercicios con la mandíbula; movimientos de las mejillas; etc.

Conviene mencionar los sistemas de comunicación alternativa como otra forma de comunicación. Estos métodos se utilizan como ayuda a la hora de expresarse y comunicarse: lenguaje de gestos, tableros de comunicación con palabras, dibujos, dispositivos electrónicos que reemplazan el habla, etc. Cuando el área emocional está afectada, la terapia debe ir más encaminada a trabajar las habilidades sociales, la empatía, estrategias para enfrentarse a situaciones novedosas, resolución de problemas, etc.

En cualquier caso, para llevar a cabo todo esto, siempre es aconsejable contar con la ayuda y asesoramiento de especialistas.

 

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