Concediento autonomía a nuestros hijos

La autonomía de los hijos

Dª. Trinidad Aparicio Pérez, Psicóloga, Especialista en Infancia y Adolescencia.

La autonomía de los hijos es muy importante de cara a la seguridad en sí mismos. Casi todos los padres tenemos un instinto innato de protección con nuestros hijos. Intentamos evitarles sufrimientos y decepciones. El papel protector de los padres es muy importante, especialmente en los primeros años de vida de los hijos, pero un exceso de protección puede ser nocivo para su desarrollo emocional, creando jóvenes inmaduros e incapaces de afrontar las dificultades de la vida.

 

 

Los padres deben estimular la autonomía de los hijos e inculcar el sentido de la responsabilidad
Un bebé es dependiente de sus padres al 100 %, no podría vivir sin su protección. El niño, cuando crece, empieza a buscar su propia autonomía y los padres le ayudan en esa búsqueda, en ocasiones, sin ser muy conscientes de ello. Cuando ayudamos a nuestros hijos a andar o a decir sus primeras palabras, estamos fomentando su autonomía, ya que les estamos ayudando a ampliar su capacidad de actuación y a valerse por sí mismos.

 

Paulatinamente, los padres debemos dejar de ser imprescindibles para nuestros hijos y dejar que tengan autonomía. Poco a poco les animaremos a que tomen sus propias decisiones y les permitiremos que se equivoquen para que aprendan de sus propios errores. Es fundamental enseñarles a responsabilizarse de sus actuaciones y de sus decisiones.

Cuando el niño llega a la adolescencia, se produce una ruptura de la dependencia psicológica de los hijos respecto a sus padres. Es muy importante que nuestros hijos lleguen a esta etapa con cierto desarrollo de su autonomía y con una idea clara de lo que es la responsabilidad. Si no es así, podemos crear jóvenes inmaduros e inseguros, incapaces de enfrentarse a los problemas.

Hay muchas decisiones que tomamos por nuestros hijos y que perfectamente podrían tomarlas ellos, desde elegir la ropa que se van a poner hasta negociar el reparto de algunas tareas del hogar con sus hermanos. Obviamente, todas las decisiones han de estar supervisadas por los padres; cuando creamos que cometen alguna equivocación, debemos aconsejarles y explicarles las posibles consecuencias de sus decisiones pero no debemos imponerles las nuestras.

 

¿Cómo estimular la autonomía de nuestros hijos?

Los padres podemos ir estimulando la autonomía de nuestros hijos en distintos ámbitos: las tareas del hogar, las tareas escolares, el aspecto y aseo personal, la vida social, etc.

Tareas académicas. Es muy importante tener en cuenta que bajo ningún concepto debemos hacer los ejercicios por ellos. Es bueno que les animemos a que resuelvan sus dudas utilizando diccionarios, enciclopedias o consultando en Internet, ya que de esta manera empezarán a ser autosuficientes y no dependerán tanto de nosotros. Cuando nos planteen dudas sobre el porqué de las cosas, podemos invitarlos a que razonen y que expongan las conclusiones a las que llegan por sí solos, unas veces acertarán y otras muchas no, pero es bueno que intenten buscar ellos mismos la solución.

Tareas domésticas. Es muy positivo que los hermanos acuerden un reparto del trabajo y que se responsabilicen de su parcela. Los padres velaremos porque no se produzcan agravios comparativos en estos repartos pero dejaremos la iniciativa a nuestros hijos.

Vida social. También es importante estimular su autonomía social, permitiendo que vayan a pasar el día a casa de amigos o que éstos vengan a nuestra casa, que se reúnan con compañeros y organicen juegos y actividades. Esto hará que aprendan a desenvolverse en sociedad. Por supuesto, cuando nuestros hijos nos planteen planes o deseos respecto a cosas que les gustaría realizar, no debemos desanimarles sino estimularles y empujarles a que cumplan sus ilusiones. Por ejemplo, si quieren apuntarse a un equipo de fútbol, grupo de teatro o aprender a tocar algún instrumento, debemos apoyarles y no poner pegas, aunque creamos que no tienen facultades para ello. Siempre es bueno dejar que los niños tomen iniciativas y luchen por lo que desean. Es fundamental reconocer su esfuerzo y felicitarles por sus logros, no quitar mérito a éstos por pequeños que sean. De esta manera, los pequeños estarán cada vez más motivados para intentar nuevos retos.

Desde que los niños son pequeños hemos de conseguir que empiecen a realizar actividades por sí solos. Estaremos supervisando estas actividades hasta que las logren realizar con corrección. De esta manera, un niño con ocho o nueve años ya debe estar en disposición de realizar por sí solo todas las tareas relativas a su aseo personal, a ordenar sus cosas y a saber comportarse en la mesa o ante una visita. A este respecto, según la edad del niño, podemos establecer los siguientes objetivos:

– Un niño de cinco años estará en disposición de recoger los juguetes cuando ha terminado de jugar, lavarse las manos y los dientes, sentarse con corrección a la mesa, vestirse solo.

– A los seis años podrá hacer sus tareas académicas (con nuestra ayuda y supervisión), usar correctamente los cubiertos, bañarse o ducharse solo, peinarse.

– Con siete años estará en condiciones de ayudar en las tareas de la casa y mantener su habitación ordenada.

– A partir de los siete u ocho años, los niños estarán en condiciones de empezar a resolver muchos de los problemas cotidianos que les surjan tanto en casa como en el colegio.

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Que vayamos concediendo paulatinamente autonomía a nuestros hijos no significa que dejemos de ejercer un cierto control sobre ellos. Los padres deben dejar hacer a sus hijos pero supervisando lo que hacen y teniendo siempre conocimiento de las tareas que realizan.

En lo que se refiere a sus estudios, en los primeros años escolares, conviene planificar con ellos las tareas. A medida que crezcan les dejaremos que hagan sus tareas sin nuestra presencia, pero les visitaremos por si tienen alguna consulta que realizarnos y para interesarnos por los avances realizados o por las dificultades que encuentren en sus estudios.

También supervisaremos sus actividades de ocio y sus amistades para evitar situaciones que puedan ser negativas para nuestro hijo. Está bien que les preguntemos sobre sus actividades de ocio, interesarnos sobre cómo se los han pasado en el cumpleaños de su amigo o qué tal ha ido la excursión que han realizado con el colegio, pero no debemos agobiarlos. En ocasiones es mejor dejar que sean ellos mismos los que nos cuenten sus cosas cuando les apetezca.

 

 

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