
Qué es el hueso
El esqueleto humano está compuesto por 206 huesos, sin contar los dientes. El hueso está formado por un tejido vivo que forma el esqueleto junto al tejido cartilaginoso. El tejido óseo presenta tres componentes fundamentales: minerales, matriz orgánica y células óseas. Cumple, además, numerosas funciones.
El hueso proporciona forma y soporte al cuerpo, protege a los órganos internos frente a los traumatismos, facilita la locomoción y actúa como lugar de almacenamiento de minerales, especialmente calcio y fósforo, que a su vez pueden ser liberados para mantener el equilibrio entre los líquidos corporales. Además, proporciona médula ósea, imprescindible para el desarrollo y almacenamiento de las células sanguíneas.
El esqueleto humano está compuesto por 206 huesos, sin contar los dientes: 80 huesos axiales, que incluyen los huesos de la cabeza, cara, hioideos, auditivos, del tronco, las costillas y el esternón; y 126 huesos apendiculares, que incluyen los de los brazos, hombros, muñecas, manos, piernas, caderas, tobillos y pies. Existen dos tipos de hueso:
– Cortical o compacto. Forma la capa externa y más dura de los huesos, aunque la mayor parte se encuentra en las diáfisis (parte central) de los huesos largos. Supone el 80% de la masa esquelética. Proporciona protección, sostén y resiste los esfuerzos que se producen en los movimientos.
– Trabecular o esponjoso. Forma la mayor parte del cuerpo vertebral, las epífisis (extremos) de los huesos largos y está presente en otros lugares. Consta de unas laminillas dispuestas en red llamadas trabéculas; dentro de cada trabécula se encuentran las células que reciben directamente los nutrientes de la sangre que circula por las cavidades medulares. Es la parte metabólica más activa del esqueleto.
Componentes del hueso
– Matriz ósea o inorgánica. El componente mineral está principalmente compuesto por los cationes calcio y magnesio y por el anión fosfato, en forma de hidroxiapatita. La dureza del hueso se debe a las sales de calcio, que forman parte fundamental de su estructura.
– Matriz orgánica. También se denomina osteoide; representa el 25% del peso y el 38% del volumen del hueso adulto. La mayor parte de la matriz orgánica la constituye el colágeno (94%); la otra parte, o sustancia fundamental, está formada por líquido extracelular y complejo carbohidratoproteína. La osteocalcina es la segunda proteína más abundante en los huesos después del colágeno; se cree que influye en la mineralización ósea, uniéndose en parte el componente mineral del hueso, la hidroxiapatita.
– Células del hueso:
a) Osteoprogenitoras y osteógenas: células madre, las únicas con capacidad de división cuyas células hijas se transforman en osteoblastos.
b) Osteoblastos: sintetizan las fibras de colágeno y suponen la sustancia fundamental del hueso. Tienen la función de formar el tejido óseo.
c) Osteocitos: son los osteoblastos ya incorporados a la matriz ósea ya calcificada y son los encargados de mantener vivo el tejido óseo.
d) Osteoclastos: son las células encargadas de la resorción y eliminación del tejido óseo no deseado, imprescindibles para el desarrollo, crecimiento, mantenimiento y reparación normal del hueso.
La formación del hueso
El hueso está formado por tejido activo que se forma y destruye continuamente, es decir, parcelas de hueso viejo son destruidas y reemplazadas por hueso nuevo. Para favorecer la formación de hueso nuevo (metabolismo óseo), es necesaria una ingesta adecuada de nutrientes y minerales como el calcio y la vitamina D, aunque no sólo influye este aspecto, ya que el metabolismo óseo está regulado por intrincadas interacciones entre el potencial genético del individuo, el ambiente y, por supuesto, los factores nutricionales.
Se puede hablar de tres procesos formativos:
– Modelado. En esta etapa el hueso adquiere y mantiene su forma. Está asociado al crecimiento en la infancia y adolescencia.
– Reparación. Respuesta ante la factura.
– Remodelado. Ciclo continuo de formación y destrucción que se produce a lo largo de la vida.
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Durante la infancia y adolescencia se produce el mayor crecimiento y maduración del esqueleto, junto con una mineralización ósea que se consolida al final de la pubertad, cuando se alcanza el "pico de masa ósea". La calidad del hueso conseguida en ese momento resulta fundamental para prevenir riesgos posteriores, ya que, a partir de entonces, se mantiene durante parte de la edad adulta y va disminuyendo en la vejez.

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