nutrientes para que tus huesos estén sanos

Nutrientes para unos huesos sanos

Manual de Nutrición y Salud Ósea. Coordinado por: Prof. Dr. D. Manuel Díaz Curiel, Jefe del Servicio Medicina Interna-Enfermedades Metabólicas Óseas de la Fundación Jiménez Díaz y Profesor Asociado de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid; Prof. Dr. D. Ángel Gil Hernández, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada; Prof. Dr. D. José Mataix Verdú, Director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, Catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada.

 

El hueso es una estructura viva y activa que continuamente se está remodelando mediante la formación de nuevo tejido y eliminación del antiguo. Esta remodelación puede verse afectada por las deficiencias y excesos nutricionales, pudiendo dar lugar a la aparición de alteraciones como la osteoporosis, el raquitismo o la osteomalacia, que afectan a un alto porcentaje de la población en todo el mundo.

 

 

La vitamina D aumenta la absorción intestinal de calcio, moviliza el calcio y fósforo del hueso e incrementa la reabsorción renal de calcio y fosfato.
Actualmente, cerca de 30 millones de norteamericanos se encuentran afectados por la osteoporosis, y se espera que dicho número se incremente de un modo dramático en las próximas décadas. El tratamiento de la osteoporosis y el de las fracturas asociadas representa uno de los mayores costes sanitarios en los países occidentales.

 

Se sabe desde hace tiempo que el calcio y la vitamina D previenen las perdidas de tejido óseo. Actualmente, además, se sabe que un amplio grupo de nutrientes y alimentos tienen efectos sobre el estatus del hueso. Entre éstos se incluyen macronutrientes como la proteína, ácidos grasos y azúcares; minerales como el magnesio, potasio, cobre, cinc, silicio y sodio; y vitaminas C, A, K y B12.

Además, a alimentos y componentes de los alimentos como la leche, frutas y vegetales, productos de la soja, bebidas carbonatadas, agua mineral, alcohol y fibra también se les ha prestado gran atención recientemente. Estos nutrientes y alimentos pueden afectar a la salud del hueso por diferentes vías, fundamentalmente actuando sobre la absorción del calcio y/o sobre su metabolismo.

 

Calcio

El calcio es el principal mineral que forma parte del hueso (el 99% del calcio corporal se encuentra en el hueso) y el tejido óseo es el principal reservorio de calcio en el organismo; por tanto, un apropiado suministro de dicho elemento es esencial para mantener la homeostasis o equilibrio del hueso en todas las etapas de la vida.

El control de la concentración de calcio en la sangre se logra al regular la velocidad de resorción de los huesos y paso a la sangre y, a su vez, de la transferencia de calcio sanguíneo a los huesos. Durante la niñez se requieren altas ingestas de calcio que permitan una correcta acumulación y conduzcan a un alto pico de masa ósea. En las personas adultas, son necesarias unas ingestas adecuadas para mantener el hueso y protegerlo de las pérdidas durante las edades avanzadas. Existe una amplia literatura en la que se relaciona positivamente la ingesta de calcio con efectos protectores, como una reducción de las pérdidas óseas o el riesgo de fractura.

El control hormonal del metabolismo del calcio se debe a la acción conjunta y equilibrada de varias hormonas sistémicas, como la parathormona, la calcitonina y la vitamina D. Posiblemente, el factor más importante en la regulación del intercambio de calcio entre sangre y huesos es la parathormona (PTH). El descenso de los niveles plasmáticos de calcio estimula la secreción de la PTH, que a su vez incrementa el número y actividad de los osteoclastos (las células encargadas de eliminar el tejido óseo no deseado), lo que acelera la resorción ósea con la liberación de calcio de los huesos al plasma sanguíneo y normalización de su concentración.

Cuando los niveles plasmáticos de calcio son mayores de lo normal, las células parafoliculares de la glándula tiroides secretan calcitonina, hormona que inhibe la actividad de los osteoclastos, acelera la captación de calcio sanguíneo y acelera su depósito en los huesos. El resultado final es que esta hormona acelera la formación de hueso y disminuye los niveles en sangre; por ello, la calcitonina es necesaria para que el calcio se fije lo mejor y más rápido posible.

Esta hormona comienza a disminuir a partir de los 50 años, incluso antes, debido a diferentes alteraciones metabólicas y/o hormonales a que es sometido el organismo. Estudios observaron una disminución del riesgo de fractura del 50% en mujeres premenopáusicas, en el momento de la menopausia y en los hombres y mujeres con masa ósea disminuida u osteoporosis, cuando se combinaba calcitonina con suplementos de calcio.

 

Fósforo

Junto con el calcio, el fósforo es un elemento esencial para la mineralización del hueso, por lo que se requiere un suministro adecuado de este elemento a lo largo de la vida. Una depleción (o perdida de mineral) en el fósforo sérico altera la mineralización del hueso y compromete la función de los osteoblastos. Pero cuando la dieta es alta en fósforo y baja en calcio, se estimula la secreción de la hormona PTH, la cual incrementa la resorción ósea para recuperar los niveles en suero sanguíneo del fósforo. Por ello es fundamental un adecuado equilibrio en la relación calcio-fósforo.

Los estudios epidemiológicos han mostrado que el alto consumo de fósforo junto al bajo de calcio, disminuyen la densidad de masa ósea en mujeres post y perimenopausicas y hombres de edad avanzada. Además, se ha indicado que los patrones dietéticos basados en el uso de alimentos altamente refinados y ricos en fósforo, muy frecuentes entre los jóvenes, podrían ser desfavorables para el mantenimiento del hueso.

 

Flúor

El papel del flúor sobre la salud del hueso se encuentra en discusión; sin embargo, este papel en la prevención de la caries dental no se discute. Aunque las altas dosis de flúor incrementan la DMO (densidad mineral ósea) al estimular la actividad de los osteoblastos y prevenir la disolución de los cristales óseos, actualmente existen pocas evidencias de que dicho elemento reduzca las fracturas.

 

Magnesio

Una adecuada ingesta de magnesio es esencial para un apropiado metabolismo del calcio. El magnesio participa en el equilibrio del hueso, favoreciendo el crecimiento de los cristales y su estabilización. El magnesio es uno de los nutrientes presentes en frutas y verduras que contribuye a alcalinizar el medio y, por tanto, puede mejorar la salud del hueso.

 

Potasio

El potasio se asocia significativamente con la DMO tanto en hombres como en mujeres, y su ingesta muestra un efecto protector. La administración de bicarbonato potásico en cantidad suficiente para neutralizar la carga ácida producida por las dietas normales, mejora el balance de calcio y los niveles séricos de osteocalcina. La dieta occidental actual es deficiente en potasio y en precursores de bicarbonato; por ello, se ha sugerido que un mayor consumo de frutas y verduras ayudaría a corregir esta situación.

 

Cobre y cinc

Cobre y cinc son dos cofactores esenciales para la síntesis de diferentes componentes de la matriz ósea, cuya ingesta es deficitaria en un gran porcentaje de la población.

 

Silicio

El tejido conectivo y el hueso contienen silicio, y este mineral también interviene en la formación del hueso. Además, el silicio es el mayor elemento de nuestra dieta; la ingesta media diaria es de alrededor de 30 mg/día, siendo menor en la mujer que en el hombre. Probablemente es como ácido ortosilícico la forma presente en la que afecta al hueso y al cartílago. Se piensa que las poblaciones con bajos consumos de cereales y cerveza presenten bajas ingestas de silicio.

 

Sodio

Las elevadas ingestas de sodio incrementan la calciuria (presencia de calcio en la orina) y los marcadores del remodelado óseo. Sin embargo, existen pocos estudios que hayan examinado la relación entre la ingesta de sal y el hueso. Una revisión reciente concluye que aunque una relación entre altas ingestas de sal y las pérdidas óseas son biológicamente plausibles, sugieren que sólo un alto consumo de sal podría constituir un factor de riesgo para la osteoporosis.

Se ha comprobado que el potasio puede atenuar los efectos negativos de la alta ingesta de sodio. Esta circunstancia apoya la idea de que las fuentes dietéticas de potasio, como las frutas y los vegetales, pueden ayudar a paliar los efectos sobre el hueso del consumo de sal.

 

Vitamina D

La vitamina D tiene un papel muy bien definido sobre la salud del hueso, debido a que aumenta la absorción intestinal de calcio, moviliza el calcio y fósforo del hueso e incrementa la reabsorción renal de calcio y fosfato.

Existen tres tipos de deficiencia de vitamina D (sólo la primera puede ser completamente tratada con una suplementación): primaria, debida a bajas ingestas o exposiciones solares; la ocasionada por un descenso de la producción renal; y la resistencia a la acción de ésta en los tejidos diana. La deficiencia primaria de vitamina D es la causa más común de raquitismo. El mantenimiento de unos niveles suficientes de vitamina D requiere la exposición al sol, ya que las dietas normales generalmente son deficientes en esta vitamina. Por tanto, la deficiencia es muy común en los extremos de la vida: en los niños que no andan y en los mayores que no pueden salir (deficiencia asociada a un mayor riesgo de fractura de cadera), aunque ésta puede aparecer en cualquier edad si no existe una exposición solar suficiente.

La leche materna contiene niveles bajos de vitamina D o de sus metabolitos, por tanto, los niveles de vitamina D en niños exclusivamente alimentados con leche materna correlaciona con su exposición al sol, siendo esta última de gran importancia para evitar la presencia de raquitismo en estos niños.

Se ha demostrado que la suplementación con vitamina D reduce la pérdida de hueso y que combinada con calcio reduce significativamente la incidencia de fractura ósea. Un meta-análisis reciente basado en 25 ensayos clínicos concluye que la vitamina D reduce la incidencia de fracturas vertebrales y muestra una tendencia a reducir la incidencia de las fracturas no vertebrales.

 

Vitamina K

La vitamina K juega un papel muy importante en las proteínas denominadas vitamina K-dependientes. Entre éstas, las más conocidas son las que participan en la coagulación, pero también se han descrito tres en el hueso; una de ellas, la más conocida, es la osteocalcina, que se encuentra en el tejido mineralizado y es sintetizada por las células formadoras de tejido óseo.

Se ha sugerido que esta vitamina (osteocalcina) podría participar en el control de la resorción ósea. Esto se podría traducir, según diferentes estudios, en que existe una relación inversa entre la ingesta de vitamina K y la prevalencia de fractura de cadera y de pérdida de densidad mineral ósea.

 

Vitamina C

El ácido ascórbico es un cofactor que interviene en la hidroxilación de la lisina y la leptina, dos aminoácidos que son los mayores constitutivos del colágeno (principal ingrediente de la matriz ósea); la hidroxilación es importante para la formación de enlaces entre las fibras de colágeno y la formación de colágeno maduro. Por ello, se deduce que la deficiencia experimental de vitamina C causa alteraciones en el hueso, cartílago y tejido conectivo. No obstante, se requieren muchos trabajos para clarificar el efecto de la ingesta de vitamina C sobre el hueso y el riesgo de fractura.

 

Vitamina A

Numerosos estudios en animales e in vitro han establecido una relación entre la ingesta de retinol y el metabolismo del hueso. En diferentes especies animales, las altas ingestas de retinol incrementan la resorción y disminuyen la formación ósea al estimular la formación de osteoclastos. Se ha indicado que el retinol antagonizaría la acción de la vitamina D.

La asociación entre altas ingestas de retinol y fractura de cadera es máxima entre las mujeres postmenopáusicas que no usan estrógenos y con ingestas mayores a los 2.000 mg/día. Sin embargo, esta asociación no se ha encontrado entre las que usan estrógenos, insinuándose un papel protector de los estrógenos frente a las altas ingestas de retinol.

 

Vitamina B12

La vitamina B12 es un cofactor necesario para la síntesis de ADN. Se piensa que estimula la formación del hueso al estimular la actividad de los osteoblastos. Además, el tratamiento con esta vitamina a los pacientes con dicha anemia incrementa los marcadores de formación del hueso y mejora la DMO.

 

Proteína

Existe el acuerdo de que las dietas moderadas en proteínas (1-1,5 g proteína/día) se encuentran asociadas a un metabolismo normal del calcio y presumiblemente no alteran el equilibrio del esqueleto. Un bajo consumo de proteína conduce a una reducción de la absorción intestinal de calcio, ocasionando un incremento de los niveles séricos de PTH y calcitriol (regulador del metabolismo del calcio). Las implicaciones de esta situación a largo plazo no son conocidas, pero los estudios epidemiológicos indican un incremento en las pérdidas de la masa ósea y fracturas de cadera en los individuos que consumen estas dietas.

A pesar de lo anterior, los potenciales efectos de las altas ingestas de proteína sobre el riñón exigen prudencia al recomendar ingestas superiores a las raciones dietéticas recomendadas.

 

Ácidos grasos

La información referente a estos nutrientes y el esqueleto es reducida. En el caso de los ácidos grasos poliinsaturados, se ha observado que el ácido linolénico podría ejercer una acción antiinflamatoria sobre el hueso. Con respecto a los monoinsaturados, un estudio ha demostrado una asociación positiva entre la ingesta de aceite de oliva y la densidad mineral del hueso.

 

Azúcares

Los azúcares pueden contribuir a incrementar las pérdidas urinarias de calcio. Estudios realizados sobre el efecto del consumo de bebidas carbonatadas sobre el hueso indican que la presencia de calcio observada no parece ser debida al contenido en ácido fosfórico. Las observaciones epidemiológicas que asocian negativamente el consumo de estas bebidas con la densidad de la masa ósea se ha atribuido a los azúcares, junto al desplazamiento del consumo de bebidas más nutritivas, fundamentalmente la leche.

 

Fibra

Si bien la fibra de la dieta interfiere con la absorción de algunos minerales (por esta razón se creyó que la fibra podría tener un efecto negativo sobre la salud del hueso), estudios posteriores concluyen que la suplementación con fibra no afecta a la salud del hueso.

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