alergias alimentarias

Alergias alimentarias

Dr. D. Rogelio Bayés, Profesor Titular de Pediatría, Universidad de Granada

Las alergias a los alimentos son un problema cada vez más frecuente. Las manifestaciones clínicas como consecuencia de reacciones mediadas o no por inmunoglobulinas son principalmente enterocolitis, colitis alérgica de origen alimentario y gastroenteritis alérgica. La lactancia materna ayuda de manera crucial a prevenirlas.

Tiene mayor riesgo de desarrollar alergias alimentaria los niños con antecedentes familiares y/o con niveles elevados de inmunoglobulina E

Las alergias alimentarias son reacciones adversas a un alimento o respuesta clínica a la ingestión de un alimento o un aditivo alimentario, tales como toxinas, cafeína, contaminantes químicos o microbiano. Un niño que desarrolla una alergia o intolerancia a los alimentos causará un problema importante a la familia a la hora de planificar su alimentación.

Los mecanismos implicados en las alergias alimentarias son varios. Además de la predisposición individual, intervienen:

1) El alérgeno
2) La barrera gastrointestinal
3) El sistema inmunitario

Tiene mayor riesgo de desarrollar una alergia alimentaria los niños con antecedentes familiares (padres y/o hermanos) y aquellos que tienen niveles elevados de inmunoglobulina E en la sangre de cordón umbilical. Por otra parte, la introducción excesivamente precoz de una diversificación dietética (cereales con gluten, sólidos), exposición a la polución atmosférica y presencia de animales domésticos, son factores que pueden generar una mayor sensibilización. El 40% de niños con dermatitis atópica moderada o grave tiene una alergia alimentaria.

 

¿Cómo prevenirlas?

La prevención ideal es la lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses de vida, excluyendo de la dieta del bebé la leche de vaca, y los cacahuetes, huevo y marisco de la dieta materna. Posteriormente, en esta población identificada de riesgo, es aconsejable completar la dieta con un hidrolizado de proteínas lácteas y diferir la introducción de alimentos sólidos.

La prevención en niños para evitar el desarrollo de una alergia alimentaria incluye la identificación precoz de los mecanismos que están involucrados en su patogénesis, que frecuentemente se deben a reacciones mediadas por inmunoglobulina E (IgE) y a otros factores. Así, deberemos seguir varios pasos:

Eliminar o reducir alimentos potencialmente alergénicos ingeridos por la embarazada en el último trimestre de la gestación y primeros meses de lactancia, especialmente leche de vaca, huevos y mariscos.

Promover la lactancia natural, que juega un doble papel beneficioso al eliminar algunas proteínas alergénicas (beta-lactoglobulina) y aportar importantes factores inmunes defensivos.

La utilización de fórmulas especiales y agentes farmacológicos cuando la enfermedad alérgica está presente.

 

Alimentos implicados en las alergias

La alergia a la leche de vaca se manifiesta en el 2.5% de lactantes y suelen provocarla las proteínas. También pueden provocar alergias otros alimentos como el chocolate, huevos, tomate, naranja, maíz, queso, trigo, pepino, cacahuete, nuez, pescado y café.

No hay que confundir la alergia con la intolerancia a la lactosa, que es el principal hidrato de carbono de la leche. Esto puede suceder en lactantes con deficiencia de lactasa (enzima que hidroliza la lactosa en el intestino transformándola en sus componentes, glucosa y galactosa).

 

Manifestaciones clínicas de las alergias alimentarias

– La enterocolitis inducida por alimentos de origen inmunitario no mediada por inmunoglobulina E. Está frecuentemente provocada por las proteínas de la leche de vaca, sobre todo la beta-lactoglobulina, o de soja (con las pueden tener inmunidad cruzada). Se manifiesta por vómitos y/o diarrea, que puede implicar, además, mala absorción intestinal o retraso de crecimiento. Tras la eliminación del alimento causante se observa una resolución rápida.

– La colitis alérgica de origen alimentario se manifiesta generalmente desde los primeros meses de vida por una diarrea sanguinolenta. Los lactantes afectos pueden conservar un buen estado general y un crecimiento satisfactorio, aunque suelen presentar una anemia e hipoproteínemia. La causa más frecuente es una alergia a las proteínas de la leche de vaca. Su supresión hace que la hemorragia desaparezca en unos 3 días. Las madres que dan pecho a un lactante con esta patología deben seguir un plan nutricional sin leche. Los lactantes alimentados con biberón es recomendable que reciban una fórmula hidrolizada (fórmula HA).

– Algunos niños con gastroenteritis alérgica presentan reflujo gastroesofágico, dolor abdominal postprandial (llanto o irritabilidad), náuseas, vómitos y diarrea. La ingesta de ciertos alimentos (frutos secos, fruta frescas y verduras en general) pueden producir prurito y edema de los labios, orofaringe y/o laringe y, ocasionalmente, rinitis alérgica asociada; en casos graves, se observa retraso del crecimiento y enteropatía con pérdida de proteínas.

– La anafilaxia sistémica es el prototipo de reacción alimentaria mediada por inmunoglobulina E. Se manifiesta con alteraciones como el edema de laringe, el broncoespasmo severo o el shock (fracaso cardiocirculatorio) que pueden poner en peligro la vida del paciente.

 

Diagnóstico y tratamiento de las alergias alimentarias

Para un correcto diagnóstico de la alergia alimentaria deben seguirse varios pasos:

1. Un correcto interrogatorio, relacionando la ingesta de un alimento (componente causal) con el efecto producido, y si no se ha sugerido previamente, empleando un registro cotidiano de todo lo que se ha consumido.

2. Un exhaustivo examen clínico, profundizando en las manifestaciones semiológicas relacionadas con alergias alimentarias.

3. Pruebas cutáneas, de fácil realización, baratas y con resultados fiables, útiles y obtenidos en unos pocos minutos, aunque negativas si las reacciones adversas no están mediadas por IgE.

4. Pruebas in vitro en las que se utilizan isótopos o métodos de enzimo-inmuno-análisis (RAST, CAP-RAST o ELISA) que detectan IgE específicas circulantes.

5. Prueba estandarizada de provocación oral (doble prueba, una con placebo, otra con el alimento en cuestión).

Lo más prudente es que estas pruebas se realicen en un medio hospitalario donde se debe disponer de medicamentos antihistamínicos orales o endovenosos, epinefrina y/o un agonista beta-2 en nebulización para ser administrados urgentemente si fuera necesario (edema de laringe, broncoespasmo severo, shock anafiláctico).

El tratamiento idóneo es la exclusión del alimento responsable. El tratamiento médico (cromoglicato sódico) para la alergia alimentaria es de resultados dudosos.

Los lactantes que desarrollan una alergia a la leche de vaca (mediada por IgE) deben ser alimentados con una fórmula con proteínas altamente hidrolizadas. Si no hay una respuesta clínica favorable en pocos días, debería instaurarse una nutrición parenteral total durante un periodo de 2 semanas y posteriormente ver la tolerancia con otro hidrolizado. En los lactantes alimentados al pecho materno que sufren esta patología debe mantenerse la lactancia natural y las madres tienen que evitar el consumo de leche de vaca, soja y huevos.

Los niños de más edad con una alimentación más diversificada serán instruidos para evitar los alimentos responsables. La lectura atenta de las etiquetas de composición de alimentos envasados puede evitar accidentes.

 

Saber más

La hipersensibilidad a muchos alimentos puede ser transitoria. Casi el 90% de niños con alergia a las proteínas de leche de vaca se hacen tolerantes a partir de los 3 años de edad. No ocurre así en los casos en que la alergia aparece más tardíamente, como acontece con los cacahuetes, que rara vez se trata de una alergia transitoria. La determinación de los niveles séricos de IgE e IgG específicos o la relación por cociente IgE/IgG tiene valor predictivo, de manera que un valor elevado de este cociente al comienzo del desarrollo de ciertas alergias se asocia con una curación más rápida.

 

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