parto vaginal inducido

Parto vaginal inducido

Dr.D. Ángel Agüerón de la Cruz, Jefe de Obstetricia del hospital Gregorio Marañón de Madrid y Dr. D. Antonio González, Jefe de Obstetricia del hospital La Paz de Madrid

Lo normal es que el embarazo culmine con parto vaginal a su tiempo. Sin embargo, hay ocasiones en las que, por diferentes causas, el embarazo presenta complicaciones o el parto no llega en su momento. Es entonces cuando es necesario provocar o inducir el parto.

 

La forma más conocida es el parto inducido por oxitocina, una hormona que estimula el parto y se administra mediante goteo
El parto vaginal inducido es el inicio del parto de forma artificial mediante la aplicación de un medicamento para finalizar la gestación cuando es necesario. Las causas que pueden llevar a inducirlo son, principalmente, motivos fetales o motivos maternos.

 

Entre los motivos fetales, se induce al parto cuando el embarazo se prolonga más de las 42 semanas habituales, lo que puede provocar un envejecimiento de la placenta y, por tanto, el feto no recibe los nutrientes ni el oxígeno necesario. A estos embarazos más largos se les conoce como gestación prolongada o postérmino. Otra de las causas que pueden llevar a la inducción es que el bebé sea demasiado grande porque está hipermaduro. También se puede provocar porque el feto tenga una enfermedad grave y necesite tratamiento.

En cuanto a los motivos maternos, se inducirá al parto cuando la madre tenga una enfermedad crónica o aguda que implique un peligro para su salud o la del feto. La hipertensión, la preeclampsia, la diabetes o problemas renales son algunas de ellas.

A estas dos causas se suma una tercera que se conoce como inducción electiva. En este caso se habla con la paciente para tener su permiso y se provoca el parto cuando convenga. Este tipo de inducción se da en caso de que la mujer viva lejos del hospital y no haya neonatólogos, por ejemplo. Igualmente, para provocar la inducción hay que explorar con anterioridad a la madre y comprobar que tiene el cuerpo y el cuello ya preparado para que el bebé pueda nacer sin complicaciones, es decir, ha de estar muy madura para garantizar que todo va ir bien.

 

Características y fases

La inducción se puede hacer de dos maneras. La más conocida es el parto inducido por oxitocina. La oxitocina es una hormona que se encarga de estimular el parto y se administra mediante goteo. Con la oxitocina se inician o se aumentan las contracciones para dilatar el cuello del útero y mejorar así la exploración. Cuando se llega a la dilatación adecuada, se inyecta a la paciente la epidural y pasado un tiempo prudencial finaliza la dilatación, termina el expulsivo y pare.

También puede suceder que la mujer vaya con el cuello muy verde, es decir, que esté muy retrasado en la maduración. En estos casos es necesario aplicar un gel de prostoglandinas, un fármaco precursor de la oxitocina. Su función es modificar y ablandar el cuello uterino para después aplicar la oxitocina.

 

Riesgos para la madre y el bebé

La inducción es generalmente segura aunque también supone riesgos. Si el cuello sigue estando muy verde, a pesar de la oxitocina, aumentan las posibilidades de llevar a cabo una cesárea. En el caso de que un feto esté bien, si se le somete a una inducción muy larga y costosa, se le puede producir estrés al niño. La obligación del médico, entonces, es valorar la gravedad de la causa que ha motivado la inducción con respecto a la gravedad que se puede producir por haber hecho esa inducción.

Igualmente, hay excepciones en las que no se debe aplicar el parto inducido. No debe hacerse en caso de que el bebé tenga déficit de oxígeno y necesite nacer de inmediato, ya que al provocar las contracciones se le quita el poco oxigeno que tiene. Tampoco hay que aplicarla si la madre tiene cesáreas anteriores.

Saber más

Existen varias creencias populares que aseguran que hay técnicas naturales para inducirse el parto una misma. Entre éstas se encuentran las relaciones sexuales, tomar picante o ciertas hierbas y remedios caseros. Sin embargo, no hay ninguna evidencia científica que demuestre su eficacia y, de hecho, no suelen ser nada eficaces. Debe ser el médico quien recomiende a la madre la inducción sólo cuando considere que el riesgo, tanto para ella como para el bebé, es mayor que esperar a que empiece naturalmente.

 

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