Fórceps y ventosas: como y cuándo se utilizan

Parto asistido con fórceps o ventosas

Dr. D. Miguel Ángel Herráiz Martínez, jefe de Obstetricia del Hospital Clínico San Carlos de Madrid

Dra. D. Rosario del Moral García, médico adjunto del Servicio de Ginecología del Hospital de Fuenlabrada

Los escasos doce centímetros que separan la pelvis de la madre de la salida del bebé al mundo es el recorrido más importante de la vida del ser humano. Pero ese primer gran camino no está exento de complicaciones. Por ello, los especialistas tienen que ayudarse de instrumentos en determinadas circunstancias para llevar el parto a buen término.

 

Fórceps y ventosas llevan siglos utilizándose en los paritorios y están plenamente aceptados por la obstetricia moderna
Fórceps y ventosas son dos herramientas obstétricas diferentes que utilizan los ginecólogos para extraer el bebé reproduciendo el mecanismo del parto.

 

El fórceps consta de dos ramas metálicas normalmente articuladas que acaban en unas pinzas con la forma de la cabeza del bebé. Su utilización es sencilla, aunque requiere de mucha habilidad. El especialista introduce las ramas dentro de la vagina, las presiona sobre el hueso del pómulo del bebé -muy cerca de las orejas- y saca la cabeza mediante un suave movimiento de rotación.

 

La ventosa, por su parte, tiene un procedimiento diferente. Este utensilio comprende normalmente una pequeña copa, un tubo de goma y una barra de tracción. Una vez surgidas las condiciones idóneas, el médico hace un vacío negativo aplicando dicha copa sobre la cabeza fetal, agarrando bien la piel y los tejidos subcutáneos, para posteriormente extraer al bebé. El vacío puede tardar entre 5 y 10 minutos, aunque ya existen ventosas que lo hacen en un par de minutos.

 

Fórceps y ventosa llevan siglos utilizándose en los paritorios. El primero se creó en el siglo XVII por la familia Chamberlen y, desde entonces, se han ido introduciendo modificaciones a lo largo de los años para ampliar su utilidad. La ventosa apareció un siglo más tarde, en 1706 concretamente, cuando James Yonge describió el primer intento de parto asistido por vacío con ventosa de vidrio. Posteriormente, en 1954, Malmstrom introduce una copa de vacío metálica con los lados curvados hacia dentro y con un sistema de tracción con cadena. Hoy, los dos instrumentos están plenamente aceptados por la obstetricia moderna.

 

¿Cuándo se utilizan fórceps o ventosas?

Los tocólogos suelen asistirse de estos dos instrumentos en determinadas circunstancias. Es frecuente, por ejemplo, que el bebé experimente un sufrimiento excesivo, que no rote bien su cabeza a la hora de sacarlo o cualquier otra dinámica inadecuada durante el parto. También puede darse, por ejemplo, que el parto se prolongue debido a la epidural, por el agotamiento de la madre o por su poca colaboración. En todos estos casos, ventosa y fórceps son utensilios fundamentales para extraer rápidamente al bebé cuando ya es demasiado tarde para practicar una cesárea.

 

Condiciones de aplicación de fórceps o ventosas

Aunque se den los casos anteriores, estos instrumentos no siempre pueden o deben utilizarse. Sus condiciones de aplicación requieren necesariamente que la madre haya dilatado completamente, que los tejidos blandos del parto y la analgesia sean los apropiados, además de ausencia de desproporción cefalopélvica y que la vejiga urinaria este vacía.

En el caso del bebé, el uso de fórceps y ventosa requiere también la ausencia de malformaciones graves cefálicas, que la edad gestacional sea la adecuada y que la cabeza se encuentre por debajo del tercer plano. En este último caso, la cabeza ya ha llegado a las espinas ciáticas, está bastante baja y, por lo tanto, es imposible que el especialista pueda recurrir a una cesárea.

 

Tipos de fórceps y ventosas

Muchos son los tipos de fórceps clasificados y resultaría realmente complicado enumerarlos todos. En general, estos instrumentos se catalogan en fórceps clásicos, con tracción axial y especiales. Los clásicos -Simpson, Naegale o Elliot- pueden comprender ramas paralelas o cruzadas, los de tracción axial -Tarnier o Demelin- poseen un elemento tractor y los especiales presentan modificaciones para situaciones concretas. En este último tipo, por ejemplo, el fórceps de Kjelland y el de Barton serían los más adecuados para hacer rotar la cabeza del bebé, mientras que el de Pipper se usaría concretamente para facilitar la extracción en el caso de un parto de nalgas.

En cuanto a las ventosas, existen en la actualidad fundamentalmente dos tipos: las metálicas -Malmstrom, Bird y O'Neil- y las elásticas, como las tipo Kiwi, por ejemplo. Aunque no existen diferencias significativas entre ambas, las metálicas suelen resbalar menos y producen más agarre que las elásticas.

 

Las posibles complicaciones

Los especialistas coinciden en señalar que fórceps y ventosas son muy seguros y salvan muchas vidas siempre que sean bien utilizados. Para ello, deben usarse en las circunstancias adecuadas y darse las condiciones de aplicación, además de contar con un médico habilidoso que conozca perfectamente la técnica.

No obstante, como toda intervención quirúrgica que se precie, el parto asistido con estos utensilios tampoco está exento de complicaciones, aunque éstas por lo general suelen ser leves. En el caso del fórceps, la madre puede sufrir desgarros de las partes blandas del canal de parto o hematomas con cierta frecuencia y, en muy raras ocasiones, complicaciones graves como roturas uterinas, vesicales o rectales.

El bebé, por su parte, puede presentar pequeñas dificultades como marcas, contusiones, pequeñas parálisis faciales o lesiones nerviosas cutáneas que suelen desaparecer en 48 ó 72 horas. Las graves complicaciones, como las lesiones osteocartilaginosas o traumatismos neurológicos, se dan muy ocasionalmente y normalmente van unidas a una mala utilización de este instrumento.

Las ventosas también pueden provocar pequeñas complicaciones como lesiones en la vagina, en el esfínter anal o producir incontinencia urinaria, mientras que el feto puede presentar hematomas e incluso hemorragia en caso de colocar mal la copa.

 

La espátula, el instrumento más reciente

La espátula se usa para dilatar el canal y de este modo liberar al feto de posibles obstáculos en su camino de salida. Si la cesárea se practica un 20%, el fórceps un 10% y la ventosa un 7%, la utilización de la espátula suele estar en torno a un 3%, dependiendo del hospital y la circunstancia concreta del parto. A diferencia de los otros dos, este instrumento obstétrico es de creación reciente y consta de dos ramas independientes, y por tanto no articuladas o cruzadas, que terminan en forma de cuchara.

Al igual que fórceps y ventosas, las espátulas también intentan reproducir artificialmente el parto, pero dilatando en este caso el canal y liberando al feto de aquellos obstáculos que se pueda encontrar en su camino. El modelo Thierry es el más utilizado y se aconseja su uso especialmente para proteger cráneos con osificación deficiente -bebés prematuros-, casos en los que sería muy peligroso utilizar tanto los fórceps como las ventosas.

 

 

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