
Depresión postparto
El embarazo y las seis semanas siguientes al parto son considerados períodos en los que se suceden una serie de cambios que hacen más factible la aparición de trastornos psíquicos como la depresión.
El embarazo y la etapa después del parto (puerperio) son considerados períodos en los que se suceden una serie de cambios físicos, psicológicos y sociales que traen como consecuencia una mayor vulnerabilidad en relación a la aparición de trastornos psíquicos. Existe una necesidad de realizar una serie de ajustes para poder ir adaptándose a los cambios y modificaciones que van ocurriendo en la nueva madre, ya sea consigo misma, con su pareja, familia, amigos, etc.
El hecho de haber padecido una depresión previamente, de tener un embarazo no deseado, embarazarse a una edad temprana o tardía, padecer estrés laboral o una falta de apoyo – sobre todo por parte de la pareja–, suponen, entre otras causas, motivos que pueden facilitar la aparición de la depresión postparto. A la hora de hablar sobre depresión postparto, diferenciamos dos tipos de cuadros clínicos: la depresión puerperal leve o "Maternity Blues" y la depresión mayor postparto.
Depresión Puerperal Leve
La depresión puerperal leve o "Maternity Blues" es un síndrome leve y de poca trascendencia que experimentan un 85% de las madres. Suele empezar a los 2-4 días después del parto y no dura más de dos semanas. La depresión puerperal se manifiesta con varias síntomas: las madres padecen de insomnio, se sienten ansiosas, están irritables, lloran con facilidad, les duele la cabeza y se sienten poco capaces de poder llevar adelante la nueva situación. Dicho estado psíquico se resuelve habitualmente sin dificultad ni secuelas entre las dos semanas y los tres meses del inicio del cuadro. La depresión postparto leve no precisa de tratamiento médico y suele ser suficiente una actitud de apoyo por parte del entorno de la madre.
Depresión Mayor Postparto
La depresión mayor postparto se da en un 10% de las nuevas madres. Suele aparecer entre las dos y las cuatro semanas posteriores al parto. Se manifiesta con fuertes sentimientos de culpa, con una sensación de incapacidad total de hacerse cargo del bebé y con la extraña sensación de dudar de sus sentimientos hacia su hijo. Dado que la atención del entorno familiar se centra principalmente en el bebé y que la madre socialmente se siente con la obligación de estar contenta, suele diagnosticarse de forma tardía. De hecho, las madres evitan llamar a sus síntomas como depresivos, y en vez de ello usan expresiones como "sentirse inseguras", "tener miedo de", etc.
Ante tal situación se precisa de una atención especializada por parte de un psiquiatra (como si de otro tipo de depresión se tratara), el cual evaluará el caso y decidirá el tratamiento más conveniente para cada paciente.
En cuanto al niño, no queda claro hasta qué punto puede verse afectado. Se ha visto, sin embargo, que en los casos graves de depresión postparto, el niño presenta un enlentecimiento en el desarrollo psicomotor (como aprender a andar tardíamente), así como alteraciones en el desarrollo emocional, manifestándose con un menor interés por el contacto afectivo (por ejemplo, buscar con la mirada a los padres, dificultad de concentración ante un objeto determinado, etc.).

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