Consejos para curar el ombligo del recién nacido

Los mejores consejos para curar el ombligo del recién nacido

Con la colaboración de la Dra. Dª. María José Martínez y de la Dra. Dª. María García Onieva Artazcoz, de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria.

Nada más nacer, al bebé se le corta el cordón umbilical a través del cuál ha recibido de la madre los nutrientes y oxígeno necesarios para vivir. Durante varias semanas parte de ese cordón umbilical permanece secándose hasta su caída total y la zona del ombligo precisará atenciones especiales hasta que cicatrice la herida que queda.

 

Lo ideal es curar el ombligo con alcohol de 70º y con clorhexidina.

Hasta que se cae el cordón umbilical

El cordón umbilical tarda en desprenderse entre ocho y diez días y algo más en los niños nacidos por cesárea (de 12 a 15). La herida que queda, cicatrizará en tres o cinco días después de la caída. Durante ese tiempo lo ideal es curar el ombligo con alcohol de 70º y con clorhexidina, un líquido transparente que actúa como desinfectante y que evita las infecciones.

Es habitual escuchar que hay que bañar al bebé por partes porque no se debe mojar el ombligo mientras no se haya caído el cordón o aún no esté cicatrizado, pero no es del todo cierto. Lo ideal es que una vez mojado, se lave debidamente con agua y jabón y se seque bien para evitar que proliferen las bacterias.

 

La cura, paso a paso

La humedad excesiva y un mal cuidado pueden provocar infecciones y un retraso en el proceso de cicatrización. Para evitar problemas, sigue estos sencillos pasos: 

– Después del baño, seca la piel del bebé y procede a hacer la cura.

– Lávate bien las manos con agua y jabón.

– Moja una gasa estéril con alcohol. Ten cuidado de no tocar el centro de la misma que es con la que se limpiará el cordón.

– Limpia bien la zona de alrededor y sobre el ombligo.

– Comprueba que la zona queda seca; si no es así pasa otra gasa limpia para terminar de secarla.

– Dobla el filo del pañal para que el ombligo se airee (aunque los nuevos pañales absorben muy bien la humedad). Intenta que el pañal quede por debajo del ombligo.

 

No debes...

Usar ombligueros. Se trata de una venda que se ponía a los recién nacidos con el fin de sujetar un paño que cubría el ombligo hasta que se secaba, pero ahora se sabe que no es muy conveniente. Los esparadrapos, ya sean de tela de papel o analérgicos, pueden producir lesiones en la piel y las vendas oprimen el vientre y son incómodas.

– Emplear fajas. No curan ni facilitan la curación de las hernias de ombligo y pueden resultarle incómodas, incluso provocarle vómitos o dificultad al respirar.

– Utilizar bolas de algodón. Es preferible secar con gasas estériles y dejar el ombligo al aire. Tapándolo, aumentas la humedad y el riesgo de infecciones.

– Tirar y arrancar el cordón umbilical porque puede producir una hemorragia.

– Dejar la gasa mojada en alcohol encima del ombligo durante demasiado tiempo porque podría irritar la zona.

– Aplicar mercurocromo y mercurobromo que son líquidos desinfectantes de color rojo intenso, de uso frecuente en hogares para desinfectar heridas, porque pueden provocar eccemas. No son la mejor elección.

– Curar con productos a base de yodo. Son antisépticos pero no están recomendados para los recién nacidos o lactantes, porque se absorben a través de la piel y pueden producir alteraciones en la función del tiroides.

 

Posibles complicaciones

Si a pesar de seguir estos cuidados básicos se retrasa la cicatrización más de 20 días, es posible que se haya producido una infección u onfalitis, que se caracteriza por el enrojecimiento y endurecimiento de la piel que rodea el ombligo, supuración o secreción sanguinolenta y maloliente.

Después de caerse el cordón umbilical es posible que sangre levemente. Si las gotas de sangre aparecen nada más secarlas o aparecen en bastante cantidad, es recomendable consultar al pediatra.

Las hernias pueden ser también motivo de preocupación por parte de los padres, pero no son un caso de urgencia. Se pueden detectar por un bulto en el ombligo. No son raras y se presentan con más frecuencia en los bebés prematuros. Se producen por pequeños defectos en la pared muscular del abdomen, pero mejoran con la edad y hacia los dos o tres años desaparecen. Rara vez precisan de cirugía. El pediatra lo apreciará al explorar al niño, pero si no es así, no está de más que se le comente.

Otra razón por la que se consulta al pediatra son los granulomas umbilicales, que son como heridas en forma de cereza pequeña, roja y húmeda que se forman en la cicatriz del ombligo, después de que se haya caído el cordón. La curación es sencilla pero es aconsejable consultar al pediatra para descartar que se trata de otro tipo de enfermedad.

En ocasiones, tras la cicatrización del ombligo queda una porción de piel sobresaliendo de 1 a 3 cm o incluso más. Lo habitual es que vaya desapareciendo pero cuando no ocurre así, tiene lugar lo que se conoce como ombligo probóscide, que queda como una pequeña trompa de elefante. En tales casos es necesaria la intervención quirúrgica, pero no es nada preocupante.

 

 

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