Inapetencia en el niño

Niños que no quieren comer

Dª. Trinidad Aparicio Pérez, Psicóloga, Especialista en Infancia y Adolescencia

 

Dra. Dª. Cristina Campoy Folgoso, Departamento de Pediatría, Universidad de Granada

Una de las preocupaciones más frecuentes para los padres es la de pensar que sus hijos no comen lo suficiente. Este hecho hace que las comidas se conviertan a veces en auténticas batallas con los niños para conseguir que se terminen su plato. En la mayoría de las ocasiones, esta preocupación no está del todo justificada. Los niños no suelen comer menos de lo que realmente necesitan. Sin embargo, es importante establecer ciertos hábitos para que tengan una alimentación variada y equilibrada.

Es conveniente evitar elementos que distraigan al niño durante la comida, como la televisión o los juguetes

 

¡Mi hijo no quiere comer!

En la infancia, la falta de apetito puede responder a dos tipos de motivación: de carácter físico o de carácter psicológico. Entre las causas de carácter físico podemos destacar las derivadas de enfermedades temporales (resfriados, anginas, sarampión, etc.) y otras de tipo crónico, como son los problemas relacionados con el aparato digestivo. Existen multitud de causas de carácter psicológico que pueden afectar al apetito de los niños; algunas de las más frecuentes son los celos relacionados con el nacimiento de un hermano, la entrada en el colegio o la guardería y el rechazo a la comida cuando ésta se convierte en una obligación bajo la presión de posibles castigos.

Algunas causas están relacionadas con la propia personalidad del pequeño, los niños muy activos tienden a ser poco comilones, ya que no aguantan la "pérdida de tiempo" que supone estar sentados a la mesa para cenar o almorzar. También debemos saber que a partir del año y medio de vida aproximadamente, nuestros hijos iniciarán un período en el que comerán menos. Esto es debido a que el crecimiento a partir de esta edad será menor y no necesitan tanta aportación de calorías como hasta ese momento.

Cuando un niño que habitualmente come sin ningún problema pierde repentinamente el apetito, suele haber detrás alguna razón que lo justifique, en tal caso hay que indagar sobre cuáles son esas razones y no obligarle a comer.

 

Hábitos negativos con respecto a la comida

La causa principal de la falta de apetito en muchos niños es algo tan simple como que entre comida y comida toman más chucherías de las que debieran; las golosinas y la bollería industrial tienen muchas calorías, por lo que sacian muy pronto el apetito de nuestros hijos, pero su valor nutricional es muy pequeño.

No debemos comer con la televisión puesta ni con juguetes, es conveniente evitar elementos que distraigan al niño de la comida. No debemos forzar a comer a los niños poniéndoles la cuchara en la boca, puede provocar un rechazo que será contraproducente a largo plazo.

Tampoco es bueno cambiarle un plato que no le guste por otro que él prefiera. Si el niño come menos un día, no le va a pasar absolutamente nada y cuando llegue la siguiente comida, tendrá más hambre y será más receptivo a ésta. Claro está que para conseguir esto, hay que evitar que el niño "pique" entre comidas.

 

Hábitos positivos con respecto a la comida

Es importante lograr que la hora de la comida sea un momento feliz para nuestros hijos. Para ello es muy positivo que toda la familia se reúna para comer y que los niños participen en la conversación.

Cuando un niño se niega a comer es fundamental no alterarse y mantener la serenidad. Los niños plantean la mayoría de las veces estas ocasiones como una auténtica guerra psicológica. Por lo tanto, lo que nunca debemos hacer es entrar en su juego. Es conveniente hacerles ver que si no comen el auténtico perjudicado es él y no nosotros. Claro está que para que esto surta efecto hay que evitar darle cualquier alimento después.

Debemos poner al niño una cantidad prudente de comida. Los niños no pueden ni deben comer las mismas cantidades que los adultos, ya que sus necesidades alimenticias son muy diferentes. A partir de cierta edad, es conveniente que coman el mismo menú que el resto de la familia, pero si algún plato no les gusta les pondremos una cantidad pequeña.

Hay que ir acostumbrando a los pequeños a los nuevos sabores poco a poco. Por la propia naturaleza humana, los niños tienen una predisposición a los alimentos dulces y grasos y evitan ciertos alimentos como las verduras. La aportación nutricional de las verduras es similar a la de la fruta, por lo tanto podemos poner más fruta en su dieta e ir introduciendo las verduras poco a poco de una manera gradual.

 

Trastornos del apetito

Los trastornos del apetito constituyen uno de los síntomas más frecuentes en la infancia (20-30% de los motivos de consulta pediátrica). La "anorexia" o "falta de apetito" se caracterizan por una disminución o limitación del instinto que impulsa a alimentarse. Puede ser transitoria, bien por un trastorno orgánico ocasional, por un trastorno psicológico o por un trastorno funcional subyacente. Puede ser también global o parcial. Si existe un rechazo global, el niño rechaza todos los alimentos y la causa suele estar asociada a un proceso orgánico. Si el rechazo es parcial, es decir, come de unas cosas sí y otras no, la principal causa es un error pedagógico.

Si la falta de apetito es intermitente, se presentarán marcadas diferencias según el lugar y la persona que le da de comer al niño, el estado de ánimo de la madre y la conflictividad o tranquilidad del hogar, expresando también un trastorno reactivo. Además, los adultos somos los que decidimos qué es lo que debe comer el niño, cuánto y cuándo, hecho que origina con frecuencia problemas por desacuerdo entre ambas partes.

 

 

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