Niños que no quieren comer

Cuando el niño no quiere comer

Dra. Dª. Cristina Campoy Folgoso, Profesora del Departamento de Pediatría de la Universidad de Granada, Miembro del Comité de Nutrición (CoN) de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátricas (ESPGHAN).

Las causas de la anorexia (inapetencia en el niño) que predominan en la edad preescolar son la funcional o la psicógena. Conocerlas puede ayudarnos a afrontar esta situación y saber cuándo debemos buscar ayuda médica o psicológica y cuando no.

Con frecuencia el niño preescolar se alimenta por capricho, fuera de las comidas regulares, lo que hace que no coma en la mesa.

 

Causas por las que un niño no quiere comer

En la edad preescolar la causa de la anorexia que predomina es la funcional o psicógena, mientras que en la escolar el 50% de las causas son de origen orgánico (enfermedades crónicas) y el 50% son funcionales. Las causas funcionales o psicógenas son predominantes (sobreprotección materna, hijo único, niño mimado, celoso o envidioso, conflictos familiares o escolares, rechazo al comedor escolar...), pero también existen factores orgánicos: infecciones agudas (hepatitis, neumonías...) o crónicas (tuberculosis, sida...).

En la etapa preescolar es frecuente que el niño se alimente inadvertidamente o por capricho, fuera de las comidas regulares, con leche, dulces, golosinas, bebidas gaseosas y azucaradas y otros alimentos, por lo que al sentarse a la mesa se encuentra saciado. Esta inapetencia puede ser ocasional, pero más a menudo es persistente. Se debe a que el niño que por un trastorno reactivo se niega a comer en la mesa, al levantarse de ella y cesar el factor que desencadena el rechazo al alimento, sienta el hambre natural que trata de saciar con alimentos que le resultan agradables. Éstos suele obtenerlos a hurtadillas y, con frecuencia, de la madre que se los da para acallar la ansiedad por el estado nutritivo de su hijo.

A veces el niño no quiere comer porque la madre le obliga a tomar alimentos que no le gustan o cantidades superiores a sus necesidades. Algunos padres están convencidos de que el niño debe habituarse a comer de todo sin tener en cuenta sus gustos y preferencias. Las razones no están del todo claras, aunque se piensa que es porque no desean que el niño crezca "mimado" o porque creen que el pequeño no tiene gustos bien definidos. Es un error que, a la larga, puede privar al niño del placer de la comida.

¿Qué hacer para que el niño coma?

Para que el momento de la comida se convierta en un momento agradable, tratemos de secundar sus gustos y no insistamos en hacerle comer más de cuanto le apetece. Todo niño sabe regular su apetito. Si come poco o se salta una comida, tendrá sus motivos. Si muestra preferencia por algún alimento en particular, tengámoslo en cuenta. Si la carne no "le pasa" sola, probemos a mezclarla con alguna que otra cucharada de tomate fresco. En cualquier caso tengamos presente que los quesos, la leche y los huevos son excelentes sustitutos de la carne.

A partir de los dos años, algunos niños quieren escapar de la sobreprotección materna, rechazando la ración nutritiva normal. Otras veces el niño rechaza la comida porque no quiere "sentarse en el banquillo de los acusados", ya que la madre aprovecha este momento para recriminar sus faltas y omisiones a lo largo del día. Por otra parte, a muchos niños les gusta dramatizar y les encanta hacerse notar, cambiar o dirigir el curso de los acontecimientos, descubrir que pueden dictar su ley.

Hay que mantenerse impasibles, retirar el plato si no quiere comer, no darle otra cosa en sustitución y esperar a que llegue la próxima comida. No apurarse, comerá cuando tenga apetito. El rendirse, dándole algún que otro alimento, sólo servirá para complicar la situación y que afiance su postura.

Saber más

Una repentina pérdida de apetito hay que tomarla en serio. La anorexia también va a estar influida por las infecciones febriles agudas, durante su curso y durante el período de convalecencia. Esta influencia se puede ver acentuada si, además, se administran fármacos anorexígenos para tratar la enfermedad como antibióticos o jarabes, que no van a ayudar a que el niño muestre apetito. En cualquier caso, consultar con el pediatra, sobre todo si la situación persiste y se empieza a observar pérdida de peso.

 

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