propiedades nutricionales y terapéuticas de la granada

Granada

Dra. Dª. Ana Haro García, Farmacéutica y Tecnóloga de los Alimentos

Las propiedades nutricionales y terapéuticas de la granada hacen que sea algo más que la fruta más atractiva de la antigüedadLlegado el otoño es posible degustar una de las frutas más apreciadas desde la antigüedad, la granada. Símbolo del amor y la fecundidad para los antiguos romanos.

La granada es una fuente de beneficios nutricionales. La granada es el fruto del granado (Punica granatum L.), árbol de la familia de las Punicáceas de unos 3 a 6 metros de altura, corteza rojiza y hojas lanceoladas, con flores de llamativo aspecto, grandes y de color rojo.

El granado es un árbol muy decorativo que no requiere especiales cuidados por lo que es frecuente encontrarlo en huertas y jardines mediterráneos.

Florece en mayo y junio y aunque se empieza a cosechar a finales de septiembre, su mejor momento es bien entrado el otoño cuando su fruto está ya plenamente maduro.

Su fruto, la granada, es una baya grande de aspecto globoso, muy singular. Su piel brillante y gruesa, de tonalidades amarillas, verdosas y rojizas, alberga en su interior multitud de semillas envueltas en una pulpa comestible rosada.

Estos granos rebosantes de zumo están adheridos a unas membranas amarillas que, a modo de tabiques, las protegen y dividen el fruto en gajos.

Las granadas procedentes de árboles cultivados tienen granos repletos de zumo, muy dulces y tiernos, mientras que las de los granados silvestres son pequeñas, de granos con poco zumo, mucho grano duro y sabor un tanto amargo.

Historia de la granada

La granada procede de la Antigua Persia (actualmente Irán) y ya era conocida varios siglos antes de Cristo por las antiguas civilizaciones.

Los egipcios la utilizaban como fruta, medicina e incluso para curtir y teñir cueros de amarillo.

Para el pueblo judío, la granada era símbolo de la concordia y aparece mencionada varias veces en la Biblia.

Igualmente era apreciada por griegos y romanos y ocupaba un lugar destacado en la mitología griega y en la gastronomía y cultura de ambos pueblos, siendo considerada por los romanos, símbolo del amor y la fecundidad.

Pero, sin lugar a dudas, fueron los árabes quienes más difundieron su cultivo y supieron apreciar sus virtudes gastronómicas y medicinales. Ellos fueron quienes introdujeron la granada en España y era tal la fascinación que sentían por ella que pusieron su nombre a una ciudad del antiguo reino andalusí, la ciudad de Granada.

Desde entonces esta singular fruta es utilizada como emblema y símbolo de la ciudad y aparece representada como tal en su escudo.

Después del descubrimiento de América fue llevada por los españoles hasta aquellas tierras y actualmente se cultiva con éxito en los países cálidos bañados por el Pacífico, desde California hasta Chile.

La granada, baja en calorías, rica en vitaminas y minerales

La granada contiene mayoritariamente agua e hidratos de carbono en forma de azúcares.

Además, proporciona una pequeña cantidad de proteínas y prácticamente nada de grasa, de ahí su bajo aporte calórico (unas 65 kcal/100 g).

Es especialmente rica en vitamina C, E, y del grupo B, especialmente B1, B2 y niacina, y no contiene vitamina A.

La granada aporta también cantidades considerables de potasio, manganeso y fósforo, además de contener hierro y cobre.

A su riqueza nutricional se une su riqueza en otros componentes, no nutricionales, como son los ácidos cítrico y málico, taninos, flavonoides, entre otros, que ejercen saludables efectos sobre el organismo.

La granada tiene fama de afrodisiaca, no en vano era habitual verla cultivada en los templos griegos dedicados a Afrodita. Quizá la razón de semejante virtud radique en su alto contenido en manganeso, constituyente de enzimas y de hormonas sexuales.

Lo cierto es que la granada es un auténtico tesoro de salud en la despensa. Todos sus componentes, tanto nutricionales como no nutricionales, le otorgan una serie de propiedades saludables para el organismo que se describen brevemente a continuación.

  • Diurética y depurativa. Gracias a su elevado contenido en agua y potasio y su escasez en sodio, la granada facilita la eliminación de líquidos a través de los riñones. Por esta razón es recomendable en caso de padecer gota, exceso de ácido úrico, obesidad e hipertensión.
  • Antioxidante. Debido a su contenido en antocianinas (pigmentos de color rojizo o azulado pertenecientes al grupo de los flavonoides) y vitaminas C y E, frena los procesos de envejecimiento y la aparición de enfermedades degenerativas.
  • Astringente y antiinflamatorio sobre el tracto digestivo. La granada está indicada en caso de diarreas infecciosas (gastroenteritis, colitis) y en caso de flatulencia y cólicos intestinales.
  • Antiparasitario o antihelmíntica, esto es, frente a parásitos intestinales como tenia o solitaria. El responsable de esta acción es un alcaloide, la pelletierina, que se encuentra sobre todo en la corteza de la raíz del árbol. La piel de la granada o los membranas internas del fruto también contienen este alcaloide, pero no los granos.
  • Tónico cardiaco, por su riqueza en flavonoides y vitaminas antioxidantes (C y E), que previenen la arteriosclerosis.
  • Antianémica. La granada mejora la anemia debida a la falta de hierro. Su riqueza en vitamina C y su aporte de cobre facilita la absorción del hierro de la dieta.

Saber escoger las mejores granadas

La granada es una de las pocas frutas que, aunque madure una vez recolectada, no pierde sus propiedades nutritivas. A la hora de adquirir granadas, hay que fijarse en su aspecto externo ya que éste es indicativo de su calidad.

Los frutos más grandes generalmente suelen ser los más dulces y el peso nos indica que sus granos están maduros y repletos de zumos. Su piel debe ser brillante y algo rojiza, sin grietas ni golpes, y preferiblemente que se marquen un poco los granos del interior, esto querrá decir que están completamente llenos de zumo.

 Esta fruta se consume generalmente al natural y está deliciosa en macedonia mezclándola con zumo de naranja o con frutas. La granada es igualmente un original ingrediente de ensaladas a las que enriquece con su color y sabor, ya que combina muy bien con otros sabores, tanto dulces como salados.

También se puede elaborar zumo con granada, pero se debe evitar triturar las semillas del interior de los granos porque amargan. Lo más sencillo es hacerlo con un exprimidor manual.

Sirve además para elaborar la granadina, un jarabe utilizado en repostería y como refresco, una vez disuelto en agua. Se elabora con la mezcla de zumo de granada y azúcar, que se hierve para darle consistencia y mayor concentración. Además se puede emplear para aromatizar ensaladas de frutas.

Saber más sobre la granada

Cómo desgranar una granada

Se pueden utilizar diversas técnicas. Una de ellas es cortar un trozo de la piel cercana a la flor, se le da la vuelta y con ayuda de un cuchillo se golpea para que se desprendan fácilmente los granos.  Otro método más eficaz, pero a su vez más laborioso, consiste en:

1. Se cortan los dos polos, el de la base y la zona de la flor, que parece una pequeña corona.

2. Se marcan con ayuda de un cuchillo unas hendiduras de arriba abajo, de manera similar a como se hace con las naranjas para pelarlas.

3. Se desligan los gajos de su piel y con ayuda de las manos se van separando los granos retirando los fragmentos de membranas internas que puedan llevar adheridos.

 

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